Por: Fernando Azócar / Psicólogo Federación Chilena de Tiro con Arco
Reflejar la preparación que un deportista realiza semana a semana en las competencias que luego enfrenta, es uno de los máximos retos de todo deportista.
Si lo puedes hacer en los torneos o competiciones locales ya es difícil, sube su complejidad cuando se trata de hacerlo en torneos internacionales, … pero si hablamos los Juegos Olímpicos, aparece un desafío aún más grande.
No obstante, asimilar y aprovechar una experiencia olímpica va más allá de solo manejar la presión y demostrar un rendimiento, sino que implica crecer como deportista y persona a partir de un intercambio cultural junto a la élite mundial deportiva y sentirse parte de ella.
Ahora bien, si nos enfocamos sólo en el rendimiento, la situación competitiva presenta un gran desafío mental: manejar la incertidumbre que generan las expectativas. Gestionar la frustración y el ruido del entorno, a medida que va avanzando la competencia, es una tarea que el arquero debe asimilar lo más rápido que pueda. En algunos momentos puede pesar el darse cuenta que le toca disparar al lado o en contra de los mejores representantes del tiro con arco del mundo y que tú eres quien representa a tu país (región o incluso a un club), y cómo quiere responder a eso.
Por otro lado aparecen otros distrctores como la prensa que tiene un rol clave en la difusión de la competencia, pero que puede generar una responsabilidad adicional en cuanto al desempeño y la calidad en lo que se comunica.
Para manejar ese “ruido mental”, el entrenamiento en el uso de rutinas (psicológicas y técnicas) es una herramienta fundamental que permiten posicionar los pensamientos en la certeza del proceso y conectarse con el momento presente.
Las rutinas de calentamiento, de disparo o durante la caminata al parapeto, son esenciales para protegerse de la información irrelevante que puede desconcentar al arquero y facilitar el foco en pensamientos positivos, tanto técnicos como emocionales que simplifican el momento deportivo.
Por último, pero no menos importante, está la experiencia olímpica global, que posiciona al arquero en una atmósfera completamente diferente a la conocida y abre la necesidad de adaptarse a ella. El deportista se encuentra a muchos kilómetros de distancia de su familia y amigos, y necesita ajustarse a la diferencia de horario y a una nueva cultura. En la Villa Olímpica puedes llegar a ver deportistas de elite a
las que has visto toda tu vida en la tele, youtube, reels o tiktoks, personalidades en la disciplina, y que vienes siguiendo su trayectoria por… y ahora son tus compañeros/as de villa. En un solo espacio se reúnen los mejores deportistas del mundo y se abre una oportunidad única para nutrirse de sus experiencias y culturas.
Esto también abre un nuevo desafío, saber manejar la diversión de la experiencia olímpica y cuidar el rol de deportista, poder permitirse los espacios de disfrute y balancearlos con el foco en el rendimiento, sin que uno tiña al otro.
Ir a unos Juegos Olímpicos deja una enseñanza para la vida, en que es importante que los deportistas puedan irse respondiendo ¿qué me deja esto como deportista y como persona? Al fin y al cabo, no todos los deportistas pueden decir que son atletas olímpicos.